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¿Cometió "Green Berets" uno de los peores crímenes de guerra de Estados Unidos?




El 21 de noviembre de 2012, en el distrito rural de Nerkh, en la provincia de Wardak, a poco más de una hora en coche desde Kabul, la capital de Afganistán, un intérprete afgano llamado Zikria, empleado por las Fuerzas Especiales de Estados Unidos, irrumpió en las oficinas del servicio de inteligencia afgano (NDS). Su misión era clara: trasladar a un sospechoso, Sayid Mohammad, detenido esa misma noche tras hallarse en su posesión componentes para fabricar bombas. Zikria, conocido también por su apodo "Jacob", llevó al detenido al Combat Outpost Nerkh, una base estadounidense fortificada con alambre de espino, barreras de tierra y cabañas de madera, situada al otro lado de la carretera. Este incidente, aparentemente rutinario en el contexto de la guerra más larga de Estados Unidos, desencadenó una serie de eventos que, según múltiples testimonios, documentos militares, fotografías, videos y registros policiales afganos, podría constituir uno de los mayores casos de asesinatos ilegales cometidos por fuerzas estadounidenses en las guerras de Irak y Afganistán.


La unidad implicada era la Operación de Destacamento Alfa 3124 (ODA 3124), parte de la Compañía Bravo del Primer Batallón del Tercer Grupo de Fuerzas Especiales, conocidos como los "Desert Eagles". Esta unidad de élite, célebre por su experiencia en combates contra los talibanes en las zonas más hostiles de Afganistán, había llegado a Nerkh en septiembre de 2012, en el ocaso del aumento de tropas ordenado por el presidente Barack Obama. La ODA 3124, que incluía a Mathew Golsteyn, un héroe de guerra bajo investigación por el asesinato de un prisionero, operaba en un entorno de desconfianza hacia las autoridades afganas, a las que acusaban de corrupción y de liberar a insurgentes. La grave herida de uno de sus soldados más experimentados, Jeff Batson, en un enfrentamiento en octubre de 2012, marcó un punto de inflexión, llevando al equipo a adoptar tácticas cada vez más agresivas.


La guerra en Afganistán, iniciada en octubre de 2001 tras los atentados del 11 de septiembre, se había transformado para 2012 en un conflicto prolongado y complejo. Estados Unidos, junto con sus aliados de la OTAN, buscaba estabilizar el país mientras combatía a los talibanes y otros grupos insurgentes. Sin embargo, tras más de una década de combates, la estrategia había evolucionado hacia la construcción de capacidades locales y la preparación para una retirada gradual, que comenzaría a materializarse en 2014. En este contexto, las Fuerzas Especiales, particularmente los Boinas Verdes, jugaban un papel crucial. Entrenados para operar en entornos no convencionales, estos soldados trabajaban "por, con y a través de" aliados locales, a menudo en bases remotas rodeadas de territorio hostil.


Nerkh, un distrito agrícola en la provincia de Wardak, era un microcosmos de los desafíos de la guerra. Sus huertos de manzanos, canales de riego y aldeas de adobe ocultaban una red de insurgentes que utilizaban tácticas como artefactos explosivos improvisados (IED) y asesinatos selectivos para hostigar a las fuerzas gubernamentales y estadounidenses. La proximidad de Nerkh a Kabul lo convertía en un punto estratégico, pero también en un campo de batalla donde las líneas entre combatiente y civil eran difusas. Los talibanes, presionados por la presencia militar, operaban clandestinamente, reclutando a menudo a jóvenes locales como exploradores o mensajeros, lo que complicaba la identificación de enemigos.


La Compañía Bravo, a la que pertenecía la ODA 3124, tenía una larga trayectoria en las zonas más peligrosas de Afganistán, especialmente en la provincia de Uruzgán, conocida como el "Salvaje Oeste" por los Boinas Verdes. Desde 2001, el Tercer Grupo de Fuerzas Especiales había liderado misiones en el sur del país, enfrentándose a combates intensos y desarrollando prácticas que, aunque efectivas, a menudo violaban las regulaciones militares. En Firebase Cobra, una base remota en Uruzgán, la ODA 3124 había perfeccionado el uso de fuerzas proxy afganas, como el Civil Mine Reduction Group (CMRG), financiado a través del programa clasificado 127e. Este grupo, entrenado para desactivar explosivos, también servía como una fuerza de choque clandestina y un activo de inteligencia, permitiendo a los Boinas Verdes realizar operaciones ofensivas mientras mantenían una distancia formal de las acciones más controvertidas.


La ODA 3124, desplegada en Nerkh en septiembre de 2012, era una unidad cohesionada pero marcada por las tensiones internas. Liderada nominalmente por el capitán Timothy Egan, un exoficial de policía militar en su primera misión con las Fuerzas Especiales, el verdadero liderazgo recaía en Jeff Batson, un suboficial veterano en su novena misión. Batson, descrito como el "team daddy", era una figura carismática que unía al equipo con su experiencia y fuerza de personalidad. Sin embargo, su grave herida en un enfrentamiento en el distrito de Chak el 24 de octubre de 2012, donde fue alcanzado por disparos en ambas piernas, dejó al equipo sin su centro de gravedad.


Tras la evacuación de Batson a un hospital militar en Alemania, el mando recayó en Jaison Eggleston, un sargento primero con experiencia pero emocionalmente afectado por los combates. Eggleston, quien había asumido el rol de sargento de inteligencia tras la baja de Batson, mostró una actitud vengativa, según testimonios de sus compañeros. Becca Hinds, una sargento de asuntos civiles y médica de operaciones especiales que mantenía una relación romántica con Eggleston, describió su rabia tras la pérdida de Batson: "Se podía notar que estaba furioso. Quería vengar a Jeff". El equipo también incluía a David Kaiser, un ingeniero con formación en inteligencia y nuevo en las Fuerzas Especiales, y a Michael Woods, un suboficial de logística que había trabajado previamente con Golsteyn. La dinámica interna, marcada por la división entre veteranos y novatos, creó un entorno donde las decisiones se tomaban a menudo sin la supervisión adecuada.


El 21 de noviembre de 2012, Zikria, un intérprete de Kandahar que había trabajado con las Fuerzas Especiales desde 2004, recibió información sobre la detención de Sayid Mohammad por parte de las fuerzas afganas. Mohammad, identificado por un informante como un operativo talibán, fue trasladado por Zikria al Combat Outpost Nerkh. Según su relato, Zikria llevó al detenido a una tienda de campaña en el lado estadounidense de la base, donde comenzó un interrogatorio violento. "Le dije: 'Mira, ya no estás en la oficina de la NDS. Esto es un campamento de las Fuerzas Especiales'", afirmó Zikria, quien golpeó a Mohammad con puños y botas mientras dos militares estadounidenses, Eggleston y Kaiser, observaban.


Eggleston expresó preocupación porque Mohammad ya había estado bajo custodia afgana, lo que podía generar problemas legales o administrativos. Sin embargo, Zikria argumentó que el sospechoso era responsable de la muerte de soldados estadounidenses y afganos, y que entregarlo a las autoridades locales, vistas como corruptas, sería un error. Según Zikria, Eggleston, tras un breve intercambio, se encogió de hombros y abandonó la tienda. Kaiser, por su parte, mostró una actitud más agresiva, instando a Zikria a "terminar el trabajo". Al concluir el interrogatorio, Zikria se apartó y, según su testimonio, observó cómo Kaiser y varios afganos golpearon a Mohammad hasta la muerte con palos de madera, dejando el suelo salpicado de sangre.


El cuerpo de Mohammad fue envuelto en una bolsa negra y enterrado en una fosa poco profunda cerca de los muros de la base, en una zona restringida para los locales. Zikria, junto con otros miembros del CMRG, llevó a cabo esta tarea en la oscuridad, utilizando canales de riego y el terreno circundante para ocultar los restos. Según Zikria, no era la primera tumba que cavaban cerca de la base, ni sería la última. Este incidente, según múltiples fuentes, fue parte de una serie de desapariciones y ejecuciones que los residentes de Nerkh atribuyeron a la ODA 3124, conocidas colectivamente como los "Nueve de Nerkh".


El caso de Sayid Mohammad no fue un hecho aislado. Entre noviembre y diciembre de 2012, los habitantes de Nerkh denunciaron la desaparición de múltiples personas tras ser detenidas por las Fuerzas Especiales o sus aliados afganos. Estas víctimas, conocidas como los "Nueve de Nerkh", incluían a Mohammad Qasim, detenido el 6 de noviembre tras asistir a una boda; los hermanos Sadiqullah e Ismatullah, capturados el 20 de noviembre junto con otros aldeanos; y otros como Mohammad Mansoor, Mehrab Khan, Mohammad Atiq y Mohammad Hassan, detenidos el 6 de diciembre tras una redada masiva. Según testigos, registros policiales afganos, autopsias, y evidencia fotográfica y de video obtenida por The New York Times, los restos de estas víctimas fueron encontrados en 2013 en fosas poco profundas alrededor de la base, algunos preservados en bolsas negras, otros identificados solo por fragmentos de ropa o huesos.





El caso de Mohammad Qasim es representativo. Qasim, un exinsurgente que había sido liberado tras pagar un soborno, fue detenido por una patrulla conjunta estadounidense-afgana. Según Zikria, fue llevado al lado estadounidense de la base, donde Eggleston afirmó que tenía "sangre estadounidense en sus manos". Zikria aseguró que Qasim fue ejecutado tras confesar su implicación con los talibanes, y su cuerpo fue enterrado fuera de la base. Los hermanos Sadiqullah e Ismatullah, capturados junto con su hermano mayor Naimatullah y otros aldeanos, siguieron un destino similar. Tras ser interrogados en una sala de madera en la base, fueron ejecutados y enterrados, según Zikria, tras confesar su presunta vinculación con los insurgentes.


Naimatullah, el hermano mayor, negó que sus hermanos fueran talibanes, una afirmación respaldada por otros residentes de Nerkh. En entrevistas realizadas en 2022, algunos familiares admitieron que sus seres queridos habían luchado contra los estadounidenses, aceptando las muertes como una consecuencia trágica de la guerra. Otros, como Naimatullah, insistieron en la inocencia de sus hermanos, argumentando que las tácticas descuidadas de la ODA 3124 y su dependencia de informantes pagados llevaron a errores graves. La falta de conocimiento local y la presión para obtener resultados en un entorno hostil contribuyeron a un patrón de detenciones arbitrarias y ejecuciones.


La ODA 3124 operaba con una fuerza proxy afgana liderada por Zikria y Kazem, ambos intérpretes con experiencia previa en Firebase Cobra. El CMRG, financiado a través del programa 127e, estaba compuesto por unas dos docenas de locales armados con rifles M4 y vehículos "no atribuibles". Este grupo, que Zikria y Kazem reclutaron vendiendo combustible de la base en el mercado negro, realizaba misiones ofensivas, barridos de minas y detenciones sin autorización oficial. Según Zikria, el capitán Egan y el suboficial Woods estaban al tanto de esta práctica, aunque lo negaron ante los investigadores.


Zikria, un nativo de Kandahar de la minoría chií, había sido reclutado por las Fuerzas Especiales en 2004 como conductor e intérprete. En Firebase Cobra, desarrolló una relación cercana con Batson, quien lo trataba como a un hijo. Kazem, un exoficial del ejército afgano, se unió al CMRG en 2009, participando en operaciones clandestinas que incluían interrogatorios violentos y ejecuciones. Ambos justificaban sus acciones como necesarias para combatir a los talibanes, citando proverbios como "la piedad con el lobo es opresión para la oveja". Sin embargo, su autonomía y la falta de supervisión permitieron que estas prácticas escalaran a abusos sistemáticos.


A finales de noviembre de 2012, las quejas de los residentes de Nerkh sobre asaltos, robos y desapariciones llegaron a los oficiales militares estadounidenses. El 22 de noviembre, las autoridades provinciales informaron de un video que mostraba a Zikria golpeando a Sayid Mohammad, quien, según afirmaban, fue asesinado. Este video, grabado por un oficial de inteligencia afgano, desencadenó alertas sobre posibles crímenes de guerra. Sin embargo, las tres investigaciones iniciales realizadas por las Fuerzas Especiales en diciembre de 2012 exoneraron a la ODA 3124. Los documentos, obtenidos por The New York Times tras una demanda, revelan que los investigadores aceptaron explicaciones inverosímiles, como que Zikria trabajaba como voluntario a cambio de comida y alojamiento, lo que implicaba que el ejército no era responsable de sus acciones.


Estas investigaciones, aprobadas por el comandante de los Desert Eagles, el teniente coronel Christopher Fox, y respaldadas por oficiales de alto rango como el coronel Antonio Fletcher y el mayor general Tony Thomas, ignoraron evidencias de mala conducta, como la detención prolongada de prisioneros y la presencia de una fuerza proxy armada no autorizada. En lugar de sanciones, los miembros de la ODA 3124 fueron recomendados para medallas de Bronce, otorgadas en febrero de 2013 mientras aún estaban en Nerkh.


No fue hasta julio de 2013, tras la presión del presidente afgano Hamid Karzai y la intervención del general Joseph Dunford, que se inició una investigación criminal. Esta investigación, que duró nueve años, se cerró sin cargos en 2022. Mientras tanto, las familias de las víctimas, como Naimatullah, continuaron exigiendo justicia. En mayo de 2013, los restos de los Nueve de Nerkh fueron descubiertos, algunos desenterrados por perros salvajes, otros por aldeanos limpiando canales de riego. Las autopsias y los informes policiales afganos confirmaron la identidad de las víctimas, aunque en algunos casos solo se encontraron fragmentos.


Los acontecimientos en Nerkh reflejan una cultura de impunidad dentro de las Fuerzas Especiales. Comparados con otros crímenes de guerra, como la masacre de Haditha en 2005 o el ataque de Kandahar en 2012, los asesinatos en Nerkh fueron metódicos y prolongados, llevados a cabo por una unidad de élite experimentada. La presión de las familias de las víctimas, que organizaron protestas en Wardak y Kabul, obligó a Karzai a suspender las operaciones de las Fuerzas Especiales en Wardak en febrero de 2013. La ODA 3124 abandonó Nerkh en marzo, pero el ejército estadounidense continuó negando su responsabilidad.


En mayo de 2022, Naimatullah llevó a un periodista a las ruinas de Combat Outpost Nerkh, donde señaló una fosa poco profunda donde encontró los restos de sus hermanos. "Mi madre siempre decía que oía sus voces, pensando que tal vez regresarían", relató. La base, ahora abandonada, se desmoronaba bajo el sol, un símbolo de un conflicto que dejó cicatrices profundas en Nerkh y en la conciencia de quienes buscan justicia por los crímenes cometidos en su nombre.


 
 
 

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